Otros casos de química legal

 
Casos de química legal

El As en la Manga

Dra. Alicia G. Faletti
Toxicología y Química Legal
 

    Cuántas veces al leer la historia de personajes reales o de ficción nos preguntamos si existe el crimen perfecto. Desde tiempos remotos la Historia y luego la literatura -en busca de un compañero de pieza, Watson conoce a Sherlock en el laboratorio de química justo cuando este acaba de descubrir un método para identificar trazas de sangre seca- se han servido del conocimiento de la Química Forense para investigar los más enigmáticos crímenes con el auxilio de muchas disciplinas de las ciencias exactas, naturales, humanísticas y sociales.

    A principios del siglo XX, Edmond Locard de la Universidad de Lyon enunció el principio de intercambio según el cual "todo contacto deja una huella". Justamente la preocupación primordial de la Criminalística, auxiliada por la Química Forense, es estudiar esos rastros e indicios denominados por Locard "testigos mudos que no mienten" mediante la aplicación del método científico. ¿Probamos una hipótesis?

    Si cuando un hombre comete un delito, siempre deja algo en el escenario del crimen y a su vez se lleva algo consigo...

...entonces aumentando la sensibilidad en los métodos de detección de esos indicios se podría, en muchos casos, cambiar la historia.
    Efectivamente, la muerte de Napoleón Bonaparte fue durante mucho tiempo un "verdadero crimen perfecto" hasta que nuevas evidencias le dieron al caso otra vuelta de tuerca indicando que en su exilio el Emperador había sido envenenado lentamente con arsénico suministrado periódicamente por uno de sus allegados.
    ¿Cómo se descubrió el veneno y quién fue el asesino? Por supuesto que no fue en esa época, sino muchos años después cuando el cabello del mismo Napoleón dio todas (o casi todas) las respuestas.

El As en la manga ¿y en el pelo también?

    Entre los venenos más antiguos usados por el hombre para asesinar estaba el arsénico porque "no dejaba rastros evidentes en el cuerpo". Los síntomas de intoxicación con arsénico son múltiples y muy desagradables, dependiendo de si la intoxicación se produjo en forma aguda o crónica, pero los más comunes son gastrointestinales, vómitos, dolores, problemas hepáticos y renales y otras manifestaciones inespecíficas, lo que hacía fácil de confundirlo con úlceras gástricas o enfermedades hepáticas.

    En intoxicaciones crónicas, el arsénico permanece en el organismo acumulándose en distintos tejidos como hígado, riñón, y sobre todo en cabellos, uñas y huesos. Los primeros intentos para determinar arsénico en los cuerpos fueron realizados por Karl Schelle en 1775, pero su método no convencía a jueces ni jurados de la época.

    Recién en recién en 1840 James Marsh logró demostrar por un método científico la presencia de arsénico en una víctima de envenenamiento. En esa época sólo se identificaba al elemento, recién a mediados del siglo XX se pudo cuantificar y estimar dosis administradas.

Tras la pista del vil no metal

    Napoleón Bonaparte, a raíz de la derrota que sufrió en la batalla de Waterloo, fue condenado al destierro en la isla inglesa de Santa Helena adonde llegó el 17 de octubre de 1815. Muy poco antes de su muerte, en el exilio, Napoleón escribió en su testamento: "Estoy muriendo antes de mi hora, asesinado por la oligarquía británica y su asesino a sueldo", refiriéndose al parecer al gobernador de la isla, general sir Hudson Lowe.

    Cuando murió el emperador, un cirujano italiano hizo la autopsia y dictaminó cáncer de estómago como causa de la muerte. El cadáver fue enterrado en la isla, donde permaneció varios años hasta que en 1840 fue embarcado con destino a Francia, para ser depositado en la gran tumba-monumento de Los Inválidos, en París. El cuerpo desenterrado estaba casi perfectamente conservado, característica típica de los cuerpos que han sido envenenados con arsénico. El cuerpo presentaba sólo una ligera putrefacción en la punta de la nariz y en los bordes de las orejas, el resto estaba intacto.

    Los franceses siempre estuvieron molestos por aquella acusación en su testamento y por las historias que en esa época afirmaban que en realidad había sido envenenado por su compañero y asistente, conde Charles Tristán de Montholon, cuya familia pertenecía al círculo de los reinantes Borbones.

    Por el año 1960, el Dr. Hamilton Smith, del Departamento de Medicina Forense de la Universidad de Glasgow, Escocia, fue el inventor de un método para analizar por activación neutrónica el contenido de arsénico en los cabellos. El cabello y las uñas crecen a un ritmo constante y en intoxicaciones crónicas, el arsénico se absorbe en ellos en una forma igualmente constante, de modo que las pruebas efectuadas con una determinada longitud de cabello muestran claramente cuándo empieza el envenenamiento, cuándo se tomó la última dosis, durante cuánto tiempo, etc.
    Del museo del Ejército de los Inválidos se obtuvo el cabello de Napoleón para ser enviado a Smith, quien determinó que la muestra tenía tres veces más arsénico que lo normal. Posteriormente, varios cabellos más de Napoleón fueron analizados, unos obtenidos cuando Napoleón regaló un mechón suyo a una joven en 1918 y otros obtenidos cuando rasuraron su cabeza al día siguiente de su muerte.

    Los resultados confirmaron que a Napoleón le habían suministrado arsénico en forma constante, aproximadamente cada 15 días durante el exilio en la isla. Los picos en los gráficos de arsénico obtenidos del pelo coincidían con el conjunto de síntomas agudos, propios del envenenamiento arsenical, que habían afectado al emperador y que se tenían registrados en los informes médicos de la época.

¡Hay un hongo en mi empapelado!
 

    Varias personas que lo rodeaban fueron descartadas como sospechosas porque no permanecieron constantemente a su lado, requisito necesario por el método empleado. Sólo un oficial francés, el conde Montholon permaneció a su lado hasta día de su muerte, el 6 de mayo de 1821. Pacientes investigaciones llevaron a los científicos a encontrar las pruebas definitivas que señalaron a Montholon como el autor del asesinato.

    Estos resultados no conformaron a todos los historiadores, especialmente a los franceses, quienes propusieron la teoría de una intoxicación accidental ocasionada por papeles que tapizaban las paredes, utilizados en esa época, que estaban pintados con arsenito de cobre, y que por el ataque de un hongo liberaban arsénico al ambiente. Esta teoría no tenía tantos elementos probatorios como la anterior.

    En los últimos años, la rápida evolución en el campo del análisis instrumental permitió ampliar los alcances de la ciencia forense. Con esta técnica (activación neutrónica con espectrometría gamma y detectores de germanio-litio) es posible detectar trazas de arsénico del orden de 10-10 a 10-7 g en pocos miligramos de muestra. La misma determinación por métodos químicos tradicionales, requiere un gramo de muestra en el caso de pelos normales.

    Es lógico suponer que el asesinar con arsénico antes de 1840 brindaba al criminal alta probabilidad de éxito pero con el avance constante de las ciencias y todos los métodos disponibles para conocer el cómo, dónde, cuándo, y quién cometió un hecho delictivo, parece arriesgado anticipar que puede haber crímenes perfectos.
 

Muchos de los datos y relatos históricos fueron obtenidos de:
· Causa de muerte, de Frank Smith, Editorial Planeta, 1983
· Tratado de Criminalística, tomo II, de Editorial Policial, 1983
· Técnicas de Investigación Criminal, de Fernando Cardini, Editorial Dunken, 2001.

Edición e ilustración de la nota, Comité Editorial de Química Viva

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