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Casos de química legal

                                                                                                              

El caso Terence Armstrong: ¿Seconal para niños?

 

Dra. Alicia G. Faletti

Toxicología y Química Legal

  Lejos de haber logrado un respiro con el control gradual de los venenos "antiguos" como el arsénico, el cianuro y la estricnina, los toxicólogos criminalistas de los años ’50 debieron afinar el olfato (y las pipetas) ante la aparición de los “venenos modernos”. Efectivamente, el uso extendido de barbitúricos después de la segunda guerra mundial causó un aumento de suicidios, que alarmó a los médicos, dio letra a escritores y cineastas y desafió a los toxicólogos forenses quienes se vieron en la necesidad de poder determinar estos compuestos en los cuerpos de las víctimas. Fue en 1955 cuando el asesinato de un niño demostró al mundo que los barbitúricos podían utilizarse, además, como agente homicida.

  Duérmase mi niño... 

  La mañana del 22 de julio de 1955, veinticinco años después que Al Capone desafiara la ley seca y a su fotogénico guardián Elliot Ness, un enfermero de 26 años, John Armstrong, llamó al médico para que revisara a su hijo de 5 meses, Terence, que estaba muy enfermo. El matrimonio además de Terence, había tenido otros dos hijos, Stephen, muerto un año antes y Pamela de dos años, que habría sufrido una repentina enfermedad en mayo del año anterior, pero que se había recuperado en el hospital. Cuando el doctor llegó a la casa del matrimonio Armstrong, el niño ya estaba muerto. El médico no pudo determinar la causa de la muerte por lo que solicitó una autopsia al Dr. Harold Miller. El cadáver, el biberón del niño y la almohada sobre la que había vomitado, fueron remitidos al laboratorio para examinarlos.

  En la laringe y en el estómago del niño se encontraron cascarillas rojas y restos de maíz. El informe del laboratorio químico, después del análisis del contenido gástrico, del vómito y del biberón, indicaba que no existía envenenamiento alguno con "sustancia conocida": Sólo aclaraba la presencia atípica de una pequeña cantidad de almidón de maíz y eosina teñidos de rojo. Pero el patólogo, afortunadamente, no quedó convencido con el informe y, sospechando la presencia de barbitúricos comúnmente administrados en cápsulas medicinales rojas, hizo una nueva prueba de laboratorio. El Dr. Miller disolvió cápsulas rojas de seconal (poderoso barbitúrico) en jugos gástricos y descubrió que quedaban reducidas a almidón de maíz y eosina. Sabía que no existían precedentes de un crimen con barbitúricos, pero dedujo que no se necesitaba demasiado para matar a un niño pequeño. El análisis del vómito en la almohada del bebé demostró la presencia de 2 mg de seconal.

  Si se portan bien, papá les trae unos caramelitos

  Averiguando en el hospital donde trabajaba el padre de Terence se pudo saber que había sido robada una importante cantidad de cápsulas de seconal. Estas evidencias aún no alcanzaban para ser usadas como prueba para demostrar el asesinato ya que las cantidades encontradas no eran suficientes. Pero con estas evidencias, la policía inició investigaciones para determinar las causas de la muerte del otro hijo de los Armstrong, Stephen, cuya acta de defunción había sido firmada por un médico de 83 años que no había visto al niño. Asimismo la repentina enfermedad de Pamela, la niña de dos años, había seguido el mismo curso. Muy a pesar de los investigadores, fue imposible detectar barbitúricos en el cadáver de Stephen dado el tiempo transcurrido desde la muerte, y el caso se cerraba sin que la ciencia pudiera ofrecer elementos de prueba  para esclarecerlo y llegar al culpable.

  Por entonces, se había empezado a experimentar para averiguar el tiempo que tardaban las cápsulas de seconal en abrirse en el estómago. Se descubrió que la metil celulosa que teñida con eosina formaba la cápsula, absorbían los fluidos gástricos y hacía que el almidón de maíz del interior se hinchara provocando así la ruptura de la cápsula que descargaba el hipnótico en el estómago. Este proceso tardaba 90 minutos.

  Los chicos, vaya y pase, pero el divorcio lo quiero ya, ya, ya!!!

  Para demostrar la culpabilidad de los Armstrong, no bastaba con haber encontrado seconal en la almohada y el biberón de Terence, sino además se tenía que probar que en la casa había seconal el día del crimen y pasó un año hasta que consiguieron esta prueba. En julio de 1956, la madre de Terence se presentó a la Corte para solicitar el divorcio por maltrato y amenazas por parte de su marido. Cuando el Tribunal negó el divorcio, la mujer indignada fue a la policía y manifestó que su marido tenía cápsulas de seconal en su poder el día del crimen, y agregó que en su declaración de entonces lo negó por las amenazas de su marido. Ante esta evidencia el juez declaró culpable a John Armstrong de la muerte de su hijo.

  La ciencia forense por esos años no estaba preparada para ese tipo de investigaciones y sólo las derivaciones finales de este caso  –¿emocionales?--  impidieron que este fuera un "crimen perfecto". Hoy, los métodos químicos disponibles ya sean cristalográficos, cromatográficos o espectrofotométricos entre otros, permiten detectar y cuantificar cualquier sustancia conocida capaz de provocar la muerte.

  Nota editada por Química Viva

Muchos de los datos y relatos históricos fueron obtenidos de: 

·          Causa de muerte, de Frank Smith, Editorial Planeta, 1983

·          Técnicas de Investigación Criminal, de Fernando Cardini, Editorial Dunken, 2001.

 

 


ISSN 1666-7948
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