Vivir al límite

Un metabolismo elevado prolonga la vida en ratones.

7/6/04                       

por Julia Pettinari  E-mail: jul@qb.fcen.uba.ar

 

 

Vive rápido, muere joven. Al revés de lo que proclama este lema, compartido por estrellas de cine como James Dean y Marilyn Monroe, los ratones con un metabolismo muy rápido viven bastante más que sus congéneres más tranquilos.

 

La tasa metabólica está determinada por la velocidad a la que el organismo quema alimentos para producir energía. Los investigadores de un grupo de la Universidad de Aberdeen, Reino Unido, liderado por John Speakman, analizaron la velocidad metabólica de 42 ratones midiendo la cantidad de oxígeno consumida, y luego observaron cuánto tiempo vivían.

Encontraron que los que tenían mayores tasas metabólicas vivían más de un tercio más que los del grupo con el metabolismo más lento. Si esta característica fuese común a los humanos, implicaría que los hombres con un metabolismo un 30% más rápido podrían vivir alrededor de 27 años más que aquellos con metabolismo lento (considerando un largo de vida promedio de 70 años).

Estos resultados ponen en jaque una teoría de larga data que afirma que los animales con mayores tasas metabólicas mueren más jóvenes. Esta teoría se basa en las comparaciones entre los animales con metabolismos lentos, tales como los elefantes y las tortugas, y los que tienen altas tasas metabólicas, como los ratones, cuyas vidas son sensiblemente más cortas. Aparentemente esta relación es cierta en la mayoría de los casos cuando se comparan diferentes especies, pero no así cuando se comparan individuos de la misma especie.

 

¿Qué relación existe entre la tasa metabólica y el tiempo de vida?

Las teorías que contemplan esta relación lo hacen en función del análisis de la producción de radicales libres, producidos durante el proceso respiratorio. Existen dos teorías, una que propone una asociación negativa (la más antigua y difundida) y otra que propone exactamente lo contrario. Los resultados obtenidos hasta el momento no permitían sacar conclusiones definitivas, pero los experimentos de Speakman y sus colaboradores parecen indicar que la asociación es positiva (esto es, a mayor velocidad metabólica, mayor longevidad).   

Los investigadores encontraron una correlación positiva entre intensidad metabólica y el largo de vida, pero no entre éste y  la masa corporal, ya sea grasa o muscular.

 

¿De qué depende la velocidad metabólica?

La respiración se lleva a cabo dentro de las mitocondrias, las usinas de las células, que ayudan a determinar la tasa de metabolismo. Las mitocondrias utilizan oxígeno para “quemar” las moléculas de nutrientes a fin de producir una forma de energía química que pueda ser utilizada por la célula. En este proceso se generan radicales libres, que pueden provocar daños a otras moléculas y están íntimamente relacionados con el proceso de envejecimiento.

Durante la respiración actúan proteínas denominadas “factores de acoplamiento”, que permiten que se genere energía química en el proceso que finaliza en la reducción del oxígeno (cadena respiratoria). Existen también proteínas desacoplantes, que interrumpen el acoplamiento entre ambos sistemas.

Speakman y sus colaboradores observaron que los ratones con mayores tasas metabólicas tenían proteínas desacoplantes más activas, responsables de que las mitocondrias generaran calor en lugar de energía. Debido a su menor eficiencia, las mitocondrias de estos ratones deben funcionar a máxima velocidad para poder producir la cantidad de energía necesaria para el funcionamiento de la célula.    

Aparentemente estas mitocondrias producirían menor cantidad de radicales libres, lo que resultaría en una menor velocidad del proceso de envejecimiento.

 

El grupo del Dr. Speakman planea averiguar si una alta tasa metabólica es capaz de prolongar la vida humana. Existen drogas que aumentan la velocidad metabólica, tales como las anfetaminas, pero aún no se sabe si estas drogas aumentan la actividad de los agentes desacoplantes, que son los que producen una disminución en la producción de radicales libres, y por lo tanto una menor velocidad de envejecimiento.

 

 

Referencias

·    Helen Pearson. Live fast, die old.  Nature Science Update, 2/6/04   http://www.nature.com/nsu

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